Ventilar es un básico. Mientras hacés la limpieza, abrí las ventanas. Conseguirás que tu casa respire y se oxigene, se renovará el aire y se secarán humedades.
Planifica un horario y No te agotes antes de empezar. Planificar las tareas y organizar el tiempo hará
que te pongas límites y sea más llevadero.
La limpieza no es sólo cuestión de que se dé la paliza una sola persona. Dividí la limpieza por partes y
asigná una tarea a cada miembro
de la familia.
Con la llegada de la primavera y temperaturas más cálidas, es un buen momento para guardar camperas, bufandas, mantas y acolchados.
Los días empiezan a ser más luminosos. Aprovecha los rayos de sol al máximo con unas ventanas limpias (y no olvides quitar la suciedad de las persianas).